jueves, 27 de septiembre de 2012

LA CEREMONIA DEL MIZUAGE.



Fotografía en la que se muestra a dos mujeres vestidas como Maikos en el actual Japón. 

Mizuage, una palabra desconocida en el mundo occidental, cuya ceremonia ahora en desuso está penada por las leyes de antiprostitución desde 1958 en Japón. ¿Cuáles fueron las causas y cómo afectaba este tipo de ritual a unas mujeres cuya vida fue impuesta y no elegida?

Para conocer los orígenes de esta milenaria tradición debemos remontarnos varios siglos atrás en el tiempo, cuando las jóvenes maikos (aprendices de geishas) eran obligadas a perder su virginidad con un danna.

LA PUJA POR LA VIRGINIDAD.

La puja por la virginidad de una geisha comenzaba cuando la okasan, cuya palabra japonesa vendría a ser traducida como “madre”, ponía de manifiesto públicamente que la joven maiko que tenía bajo su cargo había logrado alcanzar la madurez. Generalmente estas jóvenes muchachas rondaban los quince o dieciséis años de edad. Dada su juventud y su inexperiencia sexual, su propio mizuage se convertía en un símbolo muy valioso para los adinerados hombres que solían visitar frecuentemente la okiya.

La virginidad de la maiko era entregada al mejor postor. Cuanto más popular y famosa fuera más dinero se ofrecía y su danna le aseguraría un futuro prometedor como geisha.

Cada mizuage de cada geisha debía ser registrado y publicado públicamente en el hanamachi, así como el precio obtenido por dicha puja. Obtener una elevada suma de dinero por la virginidad de una geisha suponía un sensación de triunfo para la okiya en la que residía.

EL PAPEL DEL DANNA.

El papel del danna en una geisha podía llegar a tener dos funciones, la primera como su patrocinador, en la que él podía ejercer el derecho a tenerla cuando quisiera y a mantener exclusivamente relaciones sexuales sin que ningún otro hombre pudiera tocarla.

En su papel como mecenas, el danna podía llegar a obtener un gran reconocimiento si su apoderada resultaba ser una joven con talento para la interpretación y las artes.

Al ejercer control sobre la vida de una geisha, el danna podía ofrecerla a otras personas como un servicio, siempre y cuando la cita solicitada no conllevara ninguna connotación sexual.

El segundo papel que podía ejercer un danna era el de mejor postor sobre el mizuage de una maiko. El encuentro entre ambos se realizaría como parte del acuerdo preestablecido sin que él posteriormente tuviera que hacerse cargo de ella.



Ilustración que representa el acto entre dos amantes de Kitagawa Utamaro (1753-1806)

DE NIÑA A MUJER. LA PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD.

Tras el acuerdo económico establecido, la joven ofrecía su virginidad a su danna. Para este ritual se requería una especie de preparación previa para suavizar el encuentro entre los dos desconocidos. Tras una semana de preparación, y tras la finalización del encuentro sexual, la experimentada maiko pasaba a cambiar su aspecto.

El tocado wareshinobu era sustituido por ofuku, cuya diferencia es la privación de un determinado número de adornos. En segundo lugar, había una modificación en el cuello del kimono. Estos dos símbolos ayudaban a identificar a las personas con las que tenían que tratar de su paso a la edad adulta.

Aunque parezca sorprendente e inusual, este tipo de ceremonia se practicó hasta los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Tras su abolición en 1958 se aceptó la idea de que la mujer podía ofrecer su virginidad a quién ella deseara, sin ningún tipo de oposición.


Akasha Valentine 27/09/2012.
El papel electrónico.
La ceremonia del Mizuage.
Akasha Valentine © 2012.
Fuentes de información:

- http://en.wikipedia.org
- http://www.culturareviu.com
- Geisha. Un mundo de tradición, elegancia y arte de John Gallagher. Editorial Libsa.